Durante la misa de canonización celebrada este domingo 19 de octubre en el atrio de la Basílica de San Pedro, el papa León XIV proclamó santa a Vicenza María Poloni fundadora de la Congregación de las Hermanas de la Misericordia de Verona que dedicó su vida al servicio de los necesitados, ancianos y huérfanos.
El obispo Adolfo Canecin centró su reflexión en la fe y la oración, a partir de la pregunta evangélica: «Cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará fe en la tierra?».
«La fe es un don, un regalo y una gracia. Dios nos regala y, nosotros aceptamos este don que luego se hace carne, por eso, tenemos que ver cómo conservar, hacerla madurar y como hacerla fructificar» dijo el obispo.
Remarcó más adelante «Jesús hoy nos habla de la oración y termina hablando de la fe. El que tiene fe está convencido de que Dios existe, escucha y nos ama. El que tiene fe descubre que el ser humano, varón-mujer, a semejanza de Dios es capaz de dialogar, escuchar y de hablar con Dios».
Asimismo, subrayó que: «Toda batalla humana tiene que ser librada en oración».
En esa línea destacó a la nueva santa afirmando que «la santidad es la respuesta de Dios a los problemas en la Iglesia y en la sociedad».
«Vicenza María Poloni vivió un carisma que contagió, por eso, surgió la familia de las Hermanas de la Misericordia de Verona y, todo carisma es un don del Espíritu a través de personas que están en la Iglesia» destacó.
«Ella fue un ejemplo de caridad, humildad, dedicación y perseverancia, y ese carisma la llevó a la fundación de la Congregación Hermanas de la Misericordia» destacó monseñor Canecin.
Agradeció la presencia de las hermanas en la localidad de Sauce, porque «sin la presencia de ellas, Sauce no sería la misma, por eso, es como ver el rostro materno de Dios, el rostro femenino de Dios, nosotros las vemos en sus bicicletas que van y vienen sirviendo a la comunidad, especialmente a los enfermos». –